Cuando se quiten la noche y el frío,
bajaremos a jugar a la calle:
pondremos al caballo un buen engalle
y nos dispondremos a admirar su brío.
Cuando se quite el invierno, y la luna,
iremos al corral, a la bodega.
Podremos chutar, correr y escondernos.
Bailar en la carroza hasta la una.
La noche, el día, el frío, las canículas.
Juego, balón, caballo y ensenada.
Podrá quitarse todo; arias, fábulas.
Si tú estas, Pablo, no nos falta nada.
Llegaste y pusiste las mayúsculas
al Amor, y a la Vida Afortunada.